lunes

Los Hermanos Marx en el Oeste

 (Comprar película)
Go West, 1940

Los tres hermanos buscan fortuna en el Oeste americano de 1870. La productora, el director y el guionista son los mismos que en la película anterior, pero no aparece Margaret Dumont. Sí lo hacen tanto una pareja con su historia de amor, como los consabidos temas musicales y la interpretación al piano de Chico y al arpa de Harpo -esta vez en un telar indio, acompañado a la flauta por el gran jefe-.


También en este caso hay un problema económico que arreglar para que los enamorados puedan casarse, y una pareja de malvados: el matón dueño del cabaret y su novia Lulubelle, ayudados por el cómplice del matón, que quiere comprar unas tierras por las que pasará el ferrocarril a precio irrisorio para vendérselas a la compañía ferroviaria por una gran cantidad.


Los terrenos son propiedad de un anciano que se hace amigo de Chico y Harpo cuando estos van al Oeste en busca de oro. El anciano les entrega la escritura endosada como prenda de un pequeño préstamo que le hacen. Groucho es un timador (pese a lo cual resulta timado por Chico y Harpo cuando se conocen, al principio de la película) que pretende sacar tajada del asunto de la escritura, pero los villanos acaban robándosela.


Mientras las chicas del saloon emborrachan a Groucho y Chico, Harpo recupera la escritura. Pero hay que ir en tren hasta el lugar donde está la sede de la compañía, y los malos no se rinden: pretenden boicotear el viaje. Antes, la pareja protagonista (ella es la nieta del anciano propietario) y los Marx se detienen a pernoctar en un poblado indio, donde admiran a las mujeres, se pelean con el jefe y se asustan del “hombre medicina”.


El viaje en tren es el momento de clímax de este filme, que remonta en calidad respecto a las dos películas anteriores. Los Marx consiguen solventar todas las dificultades, llevando el tren hasta su destino utilizando como combustible la madera de los propios vagones, que se quedan en el esqueleto. Groucho grita una y otra vez: “¡Traed madera!” (habitualmente traducido por “¡Más madera!”) en una secuencia que no desmerece de los mejores momentos del cine mudo, con el evidente ejemplo de “El maquinista de la General”, de Buster Keaton.